En esta entrega estaremos presentando un artículo que encontramos en el blog fitness revolucionario del español Marcos Vázquez, titulado Diseña tu Entorno para Mejorar tus Hábitos Sin Depender de tu Disciplina y que trata el interesante tema de cómo facilitar la creación de buenos hábitos.
El mencionado artículo hace referencia al funcionamiento del cerebro al tomar decisiones que tratan en otra entrega, que nosotros traeremos en otra oportunidad y se concentra en analizar cómo el entorno puede influenciar mucho en nuestras decisiones.
Nuestro cerebro se rige por la ley del mínimo esfuerzo. En un entorno salvaje, gastar energía era peligroso, y la pereza era una buena estrategia de supervivencia.
La propia acción de decidir requiere esfuerzo, haciendo que nuestro cerebro siga muchas veces la opción por defecto.
Por ejemplo, los gobiernos permiten a sus ciudadanos indicar si quieren ser donantes de órganos a través de un sencillo formulario. Pero el diseño de este formulario tiene un gran impacto en el resultado. Hay dos formas de plantear la elección:
“Marca esta casilla para ser donante de órganos”.
“Marca esta casilla para NO ser donante de órganos”.
Los países que usan la segunda opción logran tasas de donación mucho más elevadas que los países que usan la primera, donde la casilla para donar debe ser marcada explícitamente.
Es decir, en gran medida no “decidimos” ser donantes o no, simplemente optamos por la decisión que requiere menos esfuerzo: no marcar nada. Muchos otros estudios indican que modificando las opciones por defecto se podría lograr que la gente ahorrase más o tomase mejores decisiones en general.
En otro análisis de estrategias para que las personas consuman alimentos saludables, se llega a la conclusión que lo que mejor funciona es apelar a elementos conductuales como hacer más difícil el acceso a productos insanos o que las porciones sean más pequeñas, comparado con elementos informativos en las etiquetas ya sean de tipo científico o emocionales.De todos los elementos que nos rodean, nuestro grupo es quizá el que más nos afecta. Vemos la disciplina como una batalla individual, pero está muy influenciada por la sociedad. De hecho, no escogemos nuestros primeros hábitos, simplemente los imitamos. De manera inconsciente nos convertimos en lo que nos rodea.
Sentimos la necesidad de encajar y ser respetados por lo demás, y cedemos con facilidad a la presión social. Ante la duda sobre cómo actuar, observamos el comportamiento de los demás.
Múltiples estudios indican que para modificar el comportamiento general es más efectivo utilizar presión social que apelar al sentido moral.
Por ejemplo, un estudio en varios hoteles comparó dos mensajes para intentar ahorrar agua:
“Ayúdenos a salvar el medio ambiente reutilizando las toallas”.
“El 75% de nuestros huéspedes reutilizan sus toallas”.
El segundo mensaje fue mucho más efectivo. Es decir, nos parece más importante seguir a nuestro grupo que salvar nuestro planeta.
De otra parte, los hábitos se extienden como si fueran gérmenes, saltando de una persona a la siguiente. Si las personas de tu grupo engordan, tus probabilidades de subir de peso también se elevan.
Por desgracia, vivimos en una sociedad donde los malos hábitos son socialmente aceptados. Nadie te mira raro por desayunar croissants, ser sedentario y beber alcohol a diario.
Por suerte, no se contagian solo los malos hábitos, también los buenos. La forma más efectiva de mejorar tus hábitos es rodeándote de un grupo cuyos comportamientos esperados sean tus comportamientos deseados.
Al diseñar un entorno a tu medida necesitarás menos disciplina, y podrás dedicar tu energía a cosas más productivas.
Hay dos tipos de objetivos:
En el primer caso debemos modificar nuestro entorno para facilitar el nuevo comportamiento, reduciendo los pasos necesarios para llevarlo a cabo y haciéndolo más atractivo. En vez de intentar encontrar más motivación, simplemente reduces la fricción.
En el segundo caso debemos hacer justo lo contrario, aumentando el esfuerzo asociado al viejo hábito. Como resultado, necesitarás menos autocontrol para evitar la tentación.
En ambos casos debemos entender que muchos hábitos, tanto buenos como malos, son disparados por elementos visuales. Un buen arquitecto sabe que pequeños cambios en lo que vemos tiene gran impacto en lo que hacemos.
Comer más frutas y verduras:
Comer menos alimentos ultraprocesados:
Creemos que tomamos decisiones racionales, pero nuestro comportamiento está influenciado por multitud de variables de las que ni siquiera somos conscientes, y nuestro entorno es una de las principales. La percepción de control es una mera ilusión.
Pero si entiendes cómo el entorno nos condiciona de manera inconsciente, podrás modificarlo para convertirlo en tu aliado. Con un poco de práctica, te convertirás en el arquitecto de tu destino.
Las pulpas de fruta SAS, si bien no son la fruta entera, si provienen 100% de la fruta natural a la que se le ha suprimido las pepas, vagazo y cáscara y sólo se le agrega vitamina C como antioxidante. Por esta razón, los jugos hechos con nuestras pulpas tienen el contenido nutricional muy parecido a los hechos con fruta entera.
Esperamos que haya sido de tu interés este artículo y les recordamos que las pulpas de fruta, como las que Alimentos SAS ofrece, hacen que sea muy fácil la preparación de jugos naturales y recetas con fruta, sin incurrir en los desperdicios que pueden ocurrir cuando usamos la fruta natural.
Que estén muy bien!